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domingo, 14 de julio de 2013

"El Proyecto Nacional" - Mi testamento político" de Juan Perón. - Introducción de Fermín Chavez

A continuación transcribo, para las nuevas generaciones de militantes, un texto que considero crucial para conocer el ideario peronista

"El Proyecto Nacional" - Mi testamento político
Autor: Juan Domingo Perón
El Cid Editor 
Abril de 1983

Estas concepciones que vienen fortificando nuestra acción presente y que constituyen nuestro programa grande para el futuro, configuran el contenido básico del MODELO ARGENTINO que en breve ofreceremos a la consideración del País. 
Nuestra Argentina necesita un PROYECTO NACIONAL, perteneciente al País en su totalidad.
Estoy persuadido de que, si nos pusiéramos todos a realizar este trabajo y si, entonces, comparáramos nuestro pensamiento, obtendríamos un gran espacio de coincidencia nacional."

Discurso pronunciado el 1º de Mayo de 1974 ante la Asamblea Legislativa, al inaugurarse el 99º período de sesiones extraordinarias del Congreso Nacional 

INTRODUCCIÓN - Por Fermín Chavez 

En un ensayo ya clásico para  todo lector de lengua castellana, José Ortega y Gasset dejó sentada esta verdad política a menudo olvidada : "la realidad histórica efectiva es la Nación y no el Estado". Complementada y aclarada por otra que dice que el Estado: "es tan sólo un instrumento para la vida nacional".(1)
Lo apuntado resulta premisa válida en todo esclarecimiento acerca de una noción de nuestro tiempo, con justa fortuna, cual es la de Proyecto Nacional, que ha sido definido por los entendidos como "un esquema concreto y coherente de objetivos, instrumentos y distribución de responsabilidades, conocido, aprehendido, consentido y aceptado por la colectividad y por su mayoría efectiva y políticamente  significativa y perdurable, las cuales se sienten entonces identificadas con él "(2). Y el mismo autor dijo bien al acotar que" muchos gobiernos han tenido su proyecto en Argentina; pero han sido proyectos de `gobierno´; no de `país´ "(3) 
Precisamente este Modelo Argentino que Juan Perón preparó personalmente y anunció públicamente el 1º de Mayo de 1974, a dos meses de su muerte física, reune las notas de un Modelo Nacional elaborado para ser realizado por el país. Resulta casi obvio destacar que fue preparado por un político de genio, esto es, que estamos ante un producto resultante del intelecto teórico y de una praxis política con larga experimentación.
Claro está: no cualquiera es un político con "una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado en una nación" para no alejarnos del ya citado Ortega, porque sencillamente: "el Estado no es más que una máquina situada dentro de la Nación para servir a ésta". Y en este sentido un Modelo Nacional está a mitad de camino entre la República real y la República constitucional, que es meta y no punto de partida, como siempre quiso la Ilustración, desde Rivadavia a nuestros días. 
Cuando Perón dice que " nuestra Patria necesita imperiosamente una ideología creativa que marque con claridad el rumbo a seguir" (5), se coloca en un punto determinado de nuestra historia, cual es el que marca el agotamiento del Modelo Argentino anterior, y si elabora su Proyecto en 1974 y no en 1945  es porque su autor no es un mero intelectual racionalista, sino un político nato, al que se fueron agregando dosis de intelectualidad y ondas de información que lo habilitaron para consumar esta obra, después de trajinar más de treinta años de vida argentina y mundial. 
Una lectura atenta de este trabajo que Perón define como "una propuesta de lineamientos generales, antes que de soluciones definitivas"(6), va revelando todo lo que su pasado recoge, revisa y afila nuestro líder. Resulta relativamente fácil rastrear hacia atrás los numerosos fragmentos ideológicos y la doctrina básica que alimentan estos textos de 1974. Primero que todo, aquella clase magistral del 10 de junio de 1944 que alguna vez he calificado de acta fundacional del peronismo. No hay razón para olvidar esa doctrina y ese análisis de la Argentina antes del Proyecto"del 80" que el entonces Coronel Perón expuso en La Plata, en esa hora de afirmación autoconsciente. 
Aquella clase magistral fue pronunciada en un momento de dura ofensiva imperial contra la Argentina, y su contenido fue considerado unánimemente por la prensa colonial - local e internacional - como un desafío, la respuesta dada por un atrevido coronel de la periferia. Y era en verdad un desafío, anunciador del Movimiento Nacional en ciernes. Digamos que la idea del Movimiento Nacional no se explica en Juan Perón sin esa idea militar de "la Nación en armas" que él expuso en el aula platense, para escándalo del liberalismo tradicional y del "profesionalismo" militar. ¡Cómo no iba a desatar las iras de las potencias coloniales y de los enemigos internos de la nación!
"Un país en lucha - dijo esa vez el Coronel - puede representarse por un arco con su correspondiente flecha, tendido al límite máximo que permite la resistencia de su cuerda y la elasticidad de su maderay apuntando hacia un solo objetivo: ganar la guerra. Sus fuerzas armadas están representadas por la piedra o el metal que constituye la punta de la flecha, pero el resto de ésta, la cuerda y el arco, son la expresión de su energía y poderío"(7). De allí la otra idea básica, la de "unión nacional", reiterada por Perón en los documentos fundacionales del Movimiento Nacional Peronista, concebido como respuesta ideológica y pragmática al reacondicionamiento colonial que caracterizó a la Década Infame. 
Descubrir en las doctrinas y en el pensamiento del sistema central de poder los elementos culturales útiles para crear autoconciencia en la periferia, y romper la "colonización pedagógica", es tarea prioritaria en nuestra política nacional. Es lo que hizo el coronel Perón cuando, abrevando en Colmar Barón von der Goltz, encontró en la doctrina de "la Nación en armas" un pensamiento que sobrepasaba lo castrense y se convertía en doctrina política y social no iluminista.(8)
Lo político, como noción recortada por el liberalismo, recuperaba su sentido clásico, aristotélico, por la via de un teórico de la guerra. Y la economía recobraba su subordinación a lo social y al bien común.
Alguien pudiera pensar que sólo Juan Perón conoció la obra del Barón van der Goltz, en la Argentina de su tiempo. Nada mas lejos de la verdad. Muchos otros oficiales de la Escuela de Guerra entre 1925 y 1930 fueron adoctrinados en La Nación en Armas El mayor Lautaro Montenegro, por ejemplo, instructor de la famosa Legión Cívica Argentina, publicó en 1931 un opúsculo con la "doctrina básica" de dicha asociación en el que se hablaba de la "moderna noción de la defensa nacional" y se dice que la guerra más que función de ejércitos es una función de pueblos(9). Solo que la conclusión era distinta, porque Montenegro lo explicaba con el fin de que los civiles se adiestrasen en el manejo de las armas y enrolasen en la Legión. Ahí seguramente, el general Manuel A. Rodríguez, muy conocido por el "hombre del deber", tampoco desconoció la doctrina  del teórico germano. Sólo que a éste colaborador del presidente Justo su lectura no le sirvió para descubrir los verdaderos intereses de la nación, sino para escribir frases tan tramposas como ésta:"Desgraciado el país en el que los militares puedan expresar sus ideas políticas"(10) Engañosas y anacrónicas en plena Década Infame. 
"En nuestra lucha por la independencia y en las guerras exteriores que hemos sostenido, sin asumir el carácter de nación en armas que hemos definido, podemos observar grietas lamentables en el frente interno, que nos obligan a ser precavidos y previsores", expresaba en cambio Perón en su discurso platense, para añadir un poco más adelante: "La defensa nacional es así un argumento más, que debe incitarnos para asegurar la felicidad de nuestro pueblo" . Esto después de afirmar que "una gran obra social debe ser realizada en el país" (11) 
No vamos a rastrear en esta nota preliminar, los avances progresivos del futuro creador del Justicialismo, de orden intelectual, ni todas sus elaboraciones hasta llegar al Modelo Argentino. Pero sí debo señalar que este último se ha venido engendrando en momentos de confrontación entre la teoría y la praxis, reflejados especialmente en La Comunidad Organizada , de 1949; las clases dictadas en la Escuela Superior Peronista, de conducción política y de filosofía peronista; La hora de los Pueblos de 1969, y el Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo de 1972, en que consagró el derecho a la supervivencia. 
Agotado el proyecto colonial del 80, definitivamente, tras su recidiva de 1932-42, la Argentina carecía de un Proyecto Nacional que reflejara las necesidades y posibilidades argentinas, ponderadas en perspectiva histórica, conforme con los avances logrados en lo social y en autoconciencia nacional. 
Seis años antes de comenzar esta década del 80, período en que se definen los modelos de naciones y sociedades que corresponderán al año 2000, Perón pudo dar término a su "propuesta de lineamientos generales", como él la quiso llamar, respirando un aire de consejo, a la manera de Martin Fierro frente a sus hijos, en el canto final del Poema. 
Me apresuro a llamar la atención del lector sobre un concepto primordial que Perón incluye, de entrada, en la "Fundamentación" del Modelo:"debemos tener en cuenta -dice- que la conformación ideológica de un país proviene de la adopción de una ideología foránea o de su propia creación. Con respecto a la importación de ideologías - directamente o adecuándolas- se alimenta un vicio de origen y es insuficiente para satisfacer las necesidades espirituales de nuestro pueblo y del país como unidad jurídicamente constituída". Y poco después añade:" Los argentinos tenemos una larga experiencia en esto de importar ideologías, ya sea en forma total o parcial". (12)
Como se trata de fundamentar el Modelo Nacional, es decir, un Modelo No Colonial, la premisa fue colocada por su autor con todo rigor epistemológico. Quienes trajinan en la historia del pensamiento argentino y de su función política saben que el Proyecto 1860-80 se nutrió de una ideología importada y que ella tuvo nombre y apellido. El pensamiento colonialista se infiltró a través de la ideología iluminista, que tuvo un primer instrumento pedagógico en la Universidad de Buenos Aires, creada durante el ministerio de Bernardino Rivadavia. Recuérdese que la teoría económica imperial fue la que deformó a nuestros primeros universitarios de la década del 20, desde la cátedra que dictó el doctor José Pedro Agrelo, quien usaba como texto una versión castellana de Elements of political Economy, obra del filósofo utilitario James Mill, padre de John Stuart Mill. Y en cuanto a la cátedra de filosofía, fue dictada por los Profesores de Ideología, Juan Manuel Fernandez de Aguero y Diego Alcorta. (13)
La filosofía de la Ilustración se convirtió, después de Caseros, en la ideología oficial, que sería realimentada por el llamado Proyecto del 80, desplegado por la inteligencia británica en nuestro país, conforme con una rigurosa división internacional del trabajo. Así, entre 1860 y 1880 el modelo importado consolidó el desarrollo de la Pampa Húmeda, en desmedro de la Patria Grande, eclipsada definitivamente con la reforma constitucional de 1860 y con la derrota confederal en Pavón, en 1861. (14)
El Modelo Argentino No Colonial, a diferencia de los propuestos históricamente por la ideología de la Ilustración, surge por un movimiento de abajo hacia arriba:"La creación ha nacido del pueblo.....es por eso que este Modelo no es una construcción intelectual surgida de minorías, sino una sistematización orgánicas de ideas básicas desarrolladas a lo largo de treinta años" (15)
Este Modelo Argentino Justicialista no puede ser estructurado sino a la luz de un nuevo concepto de cultura, distante de aquél que el imperialismo impuso en el pasado y que aún alienta. Perón lo había definido en sus clases de filosofía de 1954 en la Escuela Superior Peronista, diciendo:" En las conceptualizaciones liberales de la cultura contemporánea se ha pretendido hacer una escisión entre la llamada cultura de masas y la cultura de élites. Es una pretensión que no tiende sino a quitarle personalidad al Pueblo, encuadrándolo dentro de normas y costumbre inferiores, que anulan su auténtica vida, de modo que se obedezca sólo a las directivas interesadas de una clase dirigente"(16)
Ningún pensamiento orientado a fundamentar un modelo de desarrollo para la Argentina y para América Latina puede prescindir de una primera realidad: nuestra dependencia. 
En cualquiera de sus matices: en función de dominación o en función de imperialismo la noción de independencia figura en todo modelo no colonial de la periferia. Un país es dominado cuando su economía está sujeta a reglas de juego que lo coloquen en situación de desigualdad con relación a los países o poderes dominantes, de los que recibe presiones de sentido opuesto e igual intensidad. Esto en un orden puramente material. Pero tambièn (y esto es esencial) somos dependientes en sentido cultural, diríamos como una necesidad (de los poderes centrales) anterior al dominio material. Más de uno habrá advertido que hemos entrado a esa esfera que otro de nuestros más lúcidos y eficientes pensadores llamó "colonización pedagógica"(17)
En su Modelo Argentino, Juan Perón sostiene tajantemente: "Optar por un Modelo Argentino equidistante de las viejas ideologías es, consecuentemente, decidirse por la liberación. Por más coherencia que exhiba un modelo, no será argentino sino se inserta en el camino de la liberación" (18) Esto vale tangencialmente para una diferenciación con respecto a otros modelos ya elaborados, que se resienten por proceder originariamente de las necesidades del sistema central. (19) 
En los últimos años  ha sido aceptada aún por viejos funcionarios del sistema capitalista una dialéctica primordial: la de Centro-Periferia. Como es notorio, en el segundo término de esa dialéctica se encuentran los países llamados del Tercer Mundo donde, - siempre en el orden puramente económico - el excedente de los bienes es captado por el sistema central. Con más exactitud, por la burguesía de los países desarrollados, con su modelo de consumo, al que aparecen asociados los grupos dominantes de las naciones desarrolladas. 
Esta relación es inseparable de la propuesta, y a veces imposición, de un Determinado Modelo de Desarrollo, o de Progreso, que en el marco latinoamericano es el modelo de la sociedad de consumo, que se nos induce a imitar. Perón señala, marca el incremento artificial de "un consumo voraz de productos inútiles". Y ese sistema es "incompatible con la forma nacional y social a la que aspiramos, en la que el hombre no puede ser utilizado como un instrumento de apetitos ajenos sino como punto de partida de toda activididad creadora " (20) Ese consumo artificialmente estimulado desestima las potencias creadoras, en desmedro del arte y de la ciencia, dice el líder argentino, al tiempo que se coloca en una problemática de vanguardia como es la de los "límites del desarrollo"
Por lo demás, en los últimos años, economistas nada afines con el peronismo como Raul Prebisch, se han referido a la vieja ilusión según la cual la extensión del capitalismo central a los países de la periferia significaba, por propia virtud, llevar los beneficios del desarrollo a estos últimos. Esta ilusión acabó hace tiempo, aún para esos tecnócratas de los organismos internacionales. 
En el mejor de los casos, quienes "se desarrollan" son los estratos superiores de nuestras sociedades, con alguna participación en los beneficios de los estratos medios, pero ninguna de los trabajadores. Es que el modelo de la sociedad de consumo propuesto por el sistema central se ha fracasado y fracasará siempre en la periferia. El mismo Prebisch exhibe la razón: el problema de las sociedades del Tercer Mundo, especialmente, es el de la participación; y éste no es concepto económico, sino espiritual, social, político. Otro debe ser el posible modelo de desarrollo de nuestras comunidades, no éste, imitativo y limitativo, con sus imperativos antipopulares. 
En su Modelo Nacional el teniente general Perón atiende primordialmente al hombre argentino , agredido por modelos economicistas de desarrollo y por nuevos factores de dependencia, entre ellos las corporaciones transnacionales, gigantescos eslabones del poder sin patria, sin nacionalidad, dueños de la potencia tecnológica. 
Perón era un espíritu integrador, un integrador por excelencia. Y así se muestra también en éste documento, cuando expresa que "la progresiva transformación de nuestra Patria para lograr la liberación debe, paralelamente, preparar al país para participar de dos procesos que ya se perfilan con un vigor incontenible: la integración continental y la integración universalista."(21)
Dias después del 12 de octubre de 1973 publicamos unas páginas sobre el significado final del regreso del líder argentino al gobierno, bajo el título de "Perón, única síntesis posible de lo nacional", en el que tratamos de condensar tan rica y compleja personalidad, como representación de todos los argentinos y no mero líder de un partido. También ahora cabe un párrafo sobre ese "resumen válido de la argentinidad contemporánea", como lo definió Jesús Suevos.
Fue a orillas de la ideología, en 1945, con muchos Sanchos y muy pocos Quijotes( y casi ningún Sansón Carrasco) que Juan Perón puso en marcha la estrategia nacional posible en esa coyuntura. Organizó a medias un "partido político" para dar la cuantitativa batalla electoral, al margen de lo cualitativo. Echó las bases de una doctrina nacional, con sustanciales ingredientes de pueblo. Y puso en marcha, haciendo de tripas corazón- en un país mucho más heterogéneo que el de 1974 - lo que desde entonces llamamos el Movimiento Nacional. 
Pero al peronismo le costó, desde la cuna, entrar por el brete del "partido". Los amantes de la historia política argentina saben cuántos sudores y dolores de cabeza pasó el coronel antes de lograr la unidad de sus huestes partidarias. Y saben también cómo se desarrolló la vida del partido a lo largo de treinta años. Es que en la medida en que el peronismo es síntesis posible de lo nacional, su ser histórico se identifica con el Movimiento. 
En un texto de 1971 leemos lo que tantas veces Perón reiteró y machacó: "La fuerza del Peronismo radica en gran parte en su condición de Movimiento Nacional y no de partido político. Lo moderno y que obedece a las nuevas formas impuestas por la evolución y las modernas necesidades, es una ideología, transformada en doctrina, que luego se rodea de una mística con que el hombre suele rodear a todo lo que ama. Ese es el único `caudillo´ que resiste a la acción destructora del tiempo en las comunidades modernas"(22)
Aquí y en el Modelo de 1974 es bien clara la propuesta de integración regional y la continental, que nos desocuparán, al fin, del modelo insular de la Pampa Húmeda, ya transitado por el viejo país de los argentinos. 

Notas: 

  1. Ortega y Gasset, José. Tríptico. I Mirabeau o el político. Revista de Occidente, Madrid, 1927.
  2. Monti, Angel. Proyecto Nacional, ed Paidós, Bs As, 1974
  3. Idem
  4. Ortega y Gasset, op. cit.
  5. Perón, Juan. Modelo Argentino, I Parte
  6. Idem. Prólogo
  7. Perón, Juan. Significado de la Defensa Nacional desde el punto de vista militar, 1944
  8. El Barón von der Goltz publicó en 1833 su Das Volk in Wassen (La Nación en Armas), de la que se hizo versión castellana en Buenos Aires (Biblioteca del Oficial, 1927-30)
  9. Montenegro, Lautaro, La Doctrina básica de la Constitución de la Legión Cívica Argentina, Bs As, 1931
  10. Varios, El hombre del deber, Bs As , librería La Facultad, 1936
  11. Perón, Juan. op. cit.
  12. Modelo Argentino, I Parte
  13. La Ideólogie , ciencia de las ideas, era para A.L.C. Destutt de Tracy una parte de la ciencia natural. No tiene ella en los ideologistas el sentido que hoy le atribuimos
  14. El proyecto llamado "del 80" fue desplegado en la década de 1870, como bien lo ha observado el historiador inglés Colin Lewis, y su tendencia ya está esbozada en la década del 60
  15. Modelo Argentino, I Parte 
  16. Perón Juan, Filosofía Peronista, Editorial Freeland, BsAs 1974
  17. Concepto acuñado por Arturo Jauretche
  18. Perón, Juan. op.cit.
  19. Tales los modelos propuestos por el Club de Roma, sus derivaciones y otros centros, a partir de los modelos matemáticos
  20. Modelo Argentino I Parte
  21. Idem 
  22. Perón, Juan. Algunos aspectos de la conducción política, en Las Bases, 2 de diciembre de 1971







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