Los hombres, en gran número, son enfermos y andan en busca de salud. Todos sufren sus males y se afanan por una cura que, en la mayoría de los casos, no obtienen.
Las enfermedades son multiformes y hay individuos que son enfermos toda la vida y se desesperan con tal suplicio. Los consultorios médicos y los hospitales están siempre repletos y cuando los enfermos, después de desengaños dolorosos pierden la fe en la medicina oficial, se vuelven para sus creencias religiosas y pasan a realizar actos piadosos y a ofrecer promesas y votos a los santos de su predilección.
Y cuando, así mismo, no son satisfechos, entonces se desorientan, se atemorza y no se averguenzan en recurrir a charlatanes y curanderos, todo en esa ansia inmensa de restablecimiento.
Eso es humano y natural mas demuestra falta de conocimiento de los verdaderos aspectos de la cuestión: de las causas y de los efectos ligados a la existencia de esos males. El Espiritismo lo esclarece suficientemente y cuando no puede ofrecer una cura radical permite por lo menos, que el Espíritu fatigado repose en su sufrimiento, se consuele y se revista de resignación para soportar con superioridad moral, su pueba. Ese apaciguamiento viene de la comprensión de las siguientes verdades; las primeras poseen un fondo más íntimo y están siempre ligadas al panorama cármico individual, esto es, el pago de deudas del pasado; y las segundas son meras circunstancias ocasionales, no radicadas a vidas anteriores; desajustes pasajeros del metabolismo orgánico, por efecto de transgresiones actuales.
De cualquier forma, el culpable es siempre el individuo,siendo que las primeras son imperativas , advienen de la propia necesidad de evolución del Espíritu, al paso que las segundas pueden existir o dejar de existir, conforme el individuo cometa o no las referidas transgresiones contra la armonía funcional de la naturaleza física.
Diciendo mejor : unas molestias son del Espíritu, otras son del cuerpo, las primeras representando los reflejos exteriores de las imperfecciones internas y siendo al mimo tiempo el proceso normal y justo de rehabilitación, en cuanto a las segundas son simples reajustes pasajeros.
Ese reajuste, que se realiza en el plano material, opera en el espiritual los efectos necesarios para el progreso moral del individuo. Se puede decir que el cuerpo quema para que el Espíritu se purifique.
Como todo ese proceso provoca sufrimiento, la medicina se esfuerza por develarlo y en eso existe, realmente, un profundo sentimiento de humanidad; mas ese esfuerzo no consigue, como no lo ha conseguido en muchos siglos, éxito integral porque se podría naturalmente detener el desenvolvimiento de la ley espiritual; anular la molestia que, comoya dijimos, es una contingencia imperativa de la propia imperfección del Espíritu, y, al mismo tiempo, el proceso natural de su reequilibrio.
En el estado actual de la evolución humana, en las molestias cármicas, los resultados de le medicina, por tanto, serán siempre relativos y precarios, limitándose a atenuar el sufrimiento físico con la calma del dolor y las ligeras modificaciones en lo que respecta a los aspectos y cobsecuencias de las molestias.
Pero, en las enfermedades de la segunda especie aquí clasificadas - disturbios por efecto de transgresiones momentáneas - tendrá la medicina un campo vasto de realizaciones y éxitos.
De eso se concluye que, en este particular, como en todo lo demás, las leyes espirituales levantan barreras, en el momento insuperable a las posibilidades humanas; y otra cosa no se podría esperar porque, entonces, veríamos el absurdo del hombre tener la justicia cármica, anulando, a pesar de la pureza de sus intenciones, el proceso divino de rehabilitación del propio Espíritu.
Como bien dice el guía Emmanuel: "Las llagas del alma se manifiestan a través del envoltorio humano y el cuerpo enfermo refleja el panorama interior del Espíritu enfermo"
Las curas, por tanto, no se pueden dar a no ser cuando el proceso que rehabilita llegue a su término, o cuando ocurran circunstancias excepcionales como, por ejemplo, actos profundos de fe o abnegación,desprendimiento o sacrificio, frente a los cuales la Providencia sin denegar la Ley, demuestra, como lo tiene demostrado, la infinita misericordia de Dios.
Comprendido esto, es cierto que el enfermo sosegará su deseperación, por la humildad, se resignará a su destino y pasará a esforzarse por la purificación del propio Espíritu ya que en este y no en el cuerpo material es que reside la causa de sus sufrimientos. En todos los casos de rescate cármico (pago de deudas del pasado) los defectos físicos y las molestias son previstos, constan en el progama encarnativo del individuo y,aunque haya manifestaciones anatómicas o fisiológicas comunes, el fondo es siempre espiritual y las perturbaciones son controladas por agentes del plano invisible;y en cuanto a su cura como ya dijimos, queda dependiendo del término del rescate o de la misericordia de Dios; todavía, cuando el rescate llega a su término o cuando cualquier otro motivo ponderable determina su cesación, los mismos agentes intervienen y el enfermo es conducido al estado de buena salud que, entonces, se opera con total rapidez, por cualquier proceso.
Por otro lado, todas las molestias son de naturaleza dinámica( alteraciones del ritmo vibratorio funcional), sean cuando provocadas por el propio individuo o cuando debido a interferencias de agentes del plano invisible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario